martes, 27 de julio de 2010

Campamentos de verano


Mi idea originaria cuando empecé este blog era llenarlo de reportajes “periodísticos” sobre Eslovaquia, con el tiempo la idea me desbordó y acabé haciendo un relato más o menos detallado y más o menos insulso de mi paso por este país en el corazón de Europa.
Hace tres semanas mi idea originaria era ir contando día por día mi experiencia con los niños. Al final, llegaba demasiado cansada como para poner en orden las impresiones del día y por la mañana no tenía fuerzas para levantarme y escribir.
Así que como una metáfora más de mi vida (la alegría de la idea originaria y en lo que queda; “lo que iba a ser, la mierda que ha sido” que diría Sabina) no he cumplido ni el objetivo primigenio del blog ni el secundario. Aún así me gustaría hacer un resumen de mi experiencia intensiva con los niños (y con los adultos).
El primer campamento empezó bien, con una excursión al campo muy interesante y tormenta de verano incluida. El segundo día teníamos que ir a un parque acuático con los niños, pero hacía mucho frío, así que lo cambiamos por un centro comercial (muy educativo) y como allí no había nada que hacer al final fuimos al parque acuático. Afortunadamente, ninguno se pilló un resfriado. El tercer día fue horrible: desorganización de los mayores y los niños insoportables. Pillé a una niña riéndose de mí y la verdad es que me sentí muy mal. Yo estaba poniendo todo mi empeño en hacer las cosas bien y no servía de nada. Racionalmente sabía que no me podía poner así por una niña de ocho años, pero mi baja autoestima no necesita mucho para hundirse. Afortunadamente, el último día decidí tomarme “menos en serio” el trabajo y me lo pasé mejor.
El segundo campamento empezó con mucho calor y siguió así toda la semana. El primer día montamos a caballo y jugamos al minigolf. El segundo día fuimos al zoo (nunca entenderé el placer de ver en cautividad a unos animales a los que la naturaleza hizo para correr libres). El tercero y el cuarto fuimos al parque acuático. Como había decidido tomarme el trabajo con más calma, incluso me lo pasé bien. La verdad es que mis largos ratos en el jacuzzi ayudaron, jeje. El viernes subimos al castillo a ver una obra de teatro. Era el típico cuento de princesas embrujadas, dragones y pretendientes que las rescatan, pero moviéndonos por las distintas estancias del castillo. No sé los niños, pero a mí me encantó. Después pizza, piscinita y a casa.
El último campamento empezó de manera desastrosa y esa fue su tónica. Hay gente que te parece la mar de responsable y cuando trabajas codo a codo con ellos descubres lo equivocada que estabas. El primer día fuimos a ver un museo de pintura. A mí me pareció interesantísimo, pero a los niños no les interesaba lo más mínimo y claro con el aburrimiento su comportamiento no fue precisamente ejemplar. Después fuimos a Kezmarok para el almuerzo y la segunda parte del día. El almuerzo no sólo no lo habían ordenado, sino que ni siquiera tenían idea de dónde comer. Niños para arriba, niños para abajo. Hambrientos y cansados. Al final, nos tomamos una hamburguesa del puesto más cutre de la ciudad, de pie, en la calle. Por si fuera poco, la segunda parte de la excursión era ¡ir al Tesco! ¡Vivan las actividades educativas! Educando en valores, sí señor. Pero lo más increíble de todo fue ¡que tampoco se sabían el camino! Al día siguiente teníamos una excursión al campo. Subir un poco, llegar a una explanada, jugar, almorzar y volver en bus. Sonaba bien, la verdad, pero se convirtió en una auténtica pesadilla. La monitora “responsable” se equivocó de camino y estuvimos dando vueltas por el bosque cuatro horas. Cuando por fin llegamos (reventados todos) al restaurante ¡no había comida! Al final, encontraron otro restaurante en el que me cobraron 5.35 euros por un filete de pollo minúsculo. Al día siguiente, el parque acuático; menos mal. El jueves estuvimos en el campamento histórico de la ciudad y en la piscina. Y el viernes, al fin acabó la pesadilla, en el parque acuático de nuevo.
En resumen, han sido tres semanas muy intensas y agotadoras en las que he redescubierto que mi sentido de la responsabilidad un día acabará conmigo. También me ha quedado claro que hay gente que le echa un morro increíble al asunto y se quitan de en medio en cuanto pueden, pero ésa es otra historia.

2 comentarios:

  1. ¡Hola, Antonia! Soy un chipionero que vive en Brno desde hace casi dos años. Me recomendó tu blog un amigo que lo encontró a raíz de la entrada tuya sobre los pirohy y el circo.
    Entiendo perfectamente tu asombro ante la situación en esos días de campamento, y con algunas de las situaciones que hasta ahora he leído (reconozco que lo he hecho un poco a lo loco, sin orden) porque a mí me pasó lo mismo más o menos. A veces uno no da crédito a lo que ve en estas tierras, cómo son estas gentes. Lo peor del asunto es que desde fuera tienen otra imagen, sobre todo los checos, de trabajadores, responsables, etc... sólo imagen.
    Enfín, que me alegro de haber encontrado tu blog, te seguiré a partir de ahora. Igual algún día nos vemos, y tomamos algo. Saludos

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  2. Buenas, yo vengo del blog del chipionero buscando pirohy con bryndza y desembarco aqui, jeje igual pronto saliis en andaluces or el mundo xD q no he visto yo aun nada de Eslovaquia. Bueno, yo de Sanlúcar de Bda, hice la ERASMUS en Kosice hace un par de años... y espero volver pronto por aquella tierra eslovaca, bueno un amigo hasta se nos quedo alli, q hizo un blog, igual os gusta http://kosice.wordpress.com/ un placer y bonito recuerdo leer tus aventuras Antonia. Feliz estancia en Eslovaquia!!

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