lunes, 24 de mayo de 2010

Pirohy y circo

Sabido es por todos la fórmula romana para entretener al vulgo: "pan y circo". Siempre ha dado muy buenos resultados y se ha perpetuado hasta nuestros días, aunque el pan sea cada vez más escaso y el circo se llame ahora "fútbol".
Yo, agobiada por problemas mentales varios que no vienen al caso, he tenido mi propio fin de semana de circo y pirohy.
¿Hay algo más universal que el circo? Probablemente no. Y el viernes tuve ocasión de comprobarlo. El "Cirkus Toni" (de origen checo) nos esperaba a la salida de Stará L'ubovña y fuimos a su encuentro. De repente, dejé de estar en Eslovaquia para volver al Adamuz de mi infancia. Esas carpas viejas sobre el albero. La taquilla minúscula y un pelín cutre. Las sillas de plástico en primera línea y los bancos detrás para los niños con menos posibles. Todo era igual que en los circos de mi infancia. Incluso el espectáculo en sí.
La última vez que había ido al circo fue en Alicante, el verano que acabé la carrera, para ver Le Cirque du Soleil. Así que había olvidado la cutrez y el esfuerzo de supervivencia de los pequeños circos ambulantes.
No hubo nada de extraordinario, salvo el placer de recuperar algo perdido y el de sentirme en conexión con todos los niños que han tenido el privilegio de disfrutar de la magia del circo, aunque sea desde los bancos de detrás.

El sábado también fue un día mágico. A los pies del castillo organizaron una batalla medieval, dos ejércitos frente a frente y una dosis de realismo bastante grande (aún ahora me cuesta distinguir si la sangre era real o ficticia). La infantería, la caballería y la retaguardia dispuestas a dar lo mejor de sí en el combate.


Después de eso, nos introdujimos en lo que llaman el "campamento histórico", una recreación, imagino que fiel, de la vida en la edad media. Música tradicional, obras de teatro de temas caballerescos, demostraciones de espadachines. ¡Y pirohy! Los pirohy son una comida tradicional eslovaca (básicamente una especie de empanadillas de queso de oveja y patatas) a la que me he aficionado enormemente. Los pirohy son una de esas cosas que me hacen feliz y, aunque no debería comerlos, debido a mi grandioso tamaño, el sábado decidí dejar la dieta y comer pirohy en medio de aquella exaltación medieval.

El domingo día de piscina, sauna, agua helada con minerales y jacuzzi; zumo al solecito y museo de Stará. Tanta actividad frenética merecía un día de descanso.

2 comentarios:

  1. MUY BIEN, ME ALEGRO POR TÍ.
    a MI ME ENCANTA EL CIRCO Y HAY VECES QUE LOS MAS POBRES, TIENEN UNOS NÚMEROS FANTÁSTICOS.
    OTRA COSA. NO TENGO ORDENADOR, POR ESO NO ME PUEDO CONECTAR, HE ENTRADO UN MOMENTO EN EL DE MI TRABAJO PARA VER LOS MENSAJES.
    UN BESO

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  2. Otro adicto a los PIROHY.JEJEJEJE.
    Al leer esta entrada, no he podido dejar de acordarme de alguien, al que le encanta el circo y los pirohy. Y además emigrante también en esas repúblicas; que muy bonitas y todo lo que tu quieras, pero hay que echarle valor!!!! Ánimo.
    Te recomiendo su blog. Un saludo.

    CARRETERA E-50: Chipiona - Brno
    http://carreterae-50.blogspot.com/

    POCOYO

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