martes, 6 de julio de 2010

De lo divino...

Ayer fue fiesta nacional en Eslovaquia.

Una de las cosas que más me impactan de Eslovaquia es su profunda religiosidad. Especialmente, me impacta el número de creyentes y practicantes entre los jóvenes. Aunque, sin duda, la religión no tiene el mismo significado en Eslovaquia que en España.
La represión comunista en el ámbito religioso ha conseguido exactamente el efecto contrario. El fervor es asombroso. Un domingo cualquiera si pasas cerca de la iglesia (lo he comprobado aquí y también en Bratislava) la gente está fuera siguiendo la misa porque no hay sitio dentro. Es realmente asombroso.
En cierta medida, la rebeldía en los países del Este consiste en ser religioso.
Otra cosa que a una española de educación católica sorprende es el profundo respeto por las religiones ajenas. El catolicismo apostólico y romano es mayoritario, pero no es único. También hay ortodoxos y grecocatólicos. Si he entendido bien, los grecocatólicos eran una rama de los ortodoxos que acabó separandose de ésta e integrandose en la Iglesia Católica. Es decir, ahora son católicos, pero sus sacerdotes no tienen voto de castidad (no es que tengan una vida sexual libre -al menos, no en teoría, jeje- sino que se pueden casar). Hay familias en las que, por ejemplo, el padre es grecocatólico y la madre católica-romana; entonces el niño hace el bautizo en una iglesia y la comunión en otra. Todo bastante mezclado, intercalado y en perfecta armonía.

¿Y este rollo que tiene que ver con la fiesta nacional eslovaca?, os preguntaréis. Sed pacientes.

Allá por el mes de noviembre (el 17 si no me falla la memoria) se celebró la Revolución checoeslovaca (ésa por la que se libraron del yugo de Moscú). Sin embargo, me llamó la atención de que fue un día laborable y pasó sin pena ni gloria.
Ahí quedó la cosa.

El lunes (nadie nos avisó de que era fiesta) nos plantamos en el Centro para encontrarnos con la puerta cerrada. Cuando volvíamos del trabajo nos encontramos con un compañero de trabajo que, además de reírse de nosotras, nos dijo que era fiesta nacional. ¿Qué celebráis?, pregunté yo. San Cirilo y San Metodio, contesto él. Y mis ojos como platos no daban crédito al hecho de que la fiesta nacional eslovaca sea San Cirilo y San Metodio.

Cirilo y Metodio eran dos hermanos de Tesalónica que se dedicaron a evangelizar estas tierras. Es decir, la Fiesta Nacional eslovaca conmemora el momento en el que empezaron a ser cristianos. Hasta tal punto es trascendental la religión en este pequeño país al otro lado del telón de acero. Ver para creer, nunca mejor dicho.

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